Los descubrimientos arqueológicos nos han demostrado que el compositor más antiguo que conocemos vivió hacia el 2.300 a.C.
Sin embargo, no era un compositor, era una compositora.
¡Sí una mujer!
El nombre por el que se la conoce era Enheduanna. Pero este nombre es el que le daba nombre a su profesión. Ella era la hija pequeña del gran Sargón I, el creador del imperio Acadio, a mediados del siglo 24 a.C. Sargón I era conocido como el Grande. Incluso, le llamaban el Rey del Mundo.
Al tratarse de una princesa, Enheduanna ostentó el importante cargo político-religioso de Suma Sacerdotisa en el templo del dios Nannar (la luna) situado en Ur.
Su nombre era un título de dignidad. La interpretación que se le ha dado al nombre se desglosa de esta manera:
- «En» era el título que designaba al gran sacerdote o sacerdotisa de Ur.
- «Hedu» en idioma sumerio significaba adorno
- «An» significaba cielo.
«Heduanna» significa adorno del cielo. Su traducción literal es «la alta sacerdotisa, adorno del cielo». Por esta razón, Enheduanna fue el nombre que se le dio al aceptar ser sacerdotisa. En esta tablilla la podemos ver representada:
¿Ves que hay algo parecido a una mesa? Esa mesa era el altar. Detrás del altar, hay una figura, que representa al sacerdote. Detrás del sacerdote, está Enheduanna. Va vestida con volantes lanosos, que le dan este aspecto voluminoso. En la cabeza lleva una diadema, de la que salen trenzas. Esta diadema con trenzas es el adorno que le da sentido a la parte del nombre «Hedu». En esta tablilla, la figura de Enheduanna, está resaltada para mostrar su importancia.
¿Cuál fue su música y qué se conserva de ella?
De ella se sabe que compuso himnos al dios de la luna (Nannar) y a la diosa de la luna (Inanna). Sin embargo, su música no sobrevivió. Lo único que ha perdurado son sus textos en tablillas cuneiformes. Aun así, se considera que ella fue el compositor más antiguo de nuestra historia.
Desde ese tiempo, la música era considerada uno de los pilares fundamentales de la civilización y se le daba mucha importancia. Por este motivo los sacerdotes y sacerdotisas dedicaban largas jornadas a trabajar la música, componerla y grabarla en tablillas para que persistieran en la historia y llegaran hasta nuestros días.
Sin embargo, no hay nadie que pueda descifrar cómo sonaban estas tablillas. Solamente han llegado a nuestros oídos aquellas músicas que han perdurado en el tiempo, mediante el boca a boca. Debido a la complejidad de mantener la música de este modo, prácticamente, toda la música, desde sus inicios, hasta la antigua Grecia se ha perdido. Qué hizo posible que la música en la antigua Grecia perdurara lo veremos…. ¡en el próximo artículo!